PASCUA DE RESURRECCIÓN. 2024

Dicen los teólogos que el primer kerigma de la Iglesia, el primer anuncio, fue afirmar que Jesús, Cristo, había resucitado. Jesús se ha levantado de la muerte. La muerte y el mal ya no tienen poder sobre Él.

Su muerte en cruz ha sido cruenta, la propia de un malhechor; y sin embargo, Dios lo ha sentado a la derecha del Padre. La muerte ha sido vencida por la sangre del cordero, y como dice San Pablo, hemos sido comprados por Dios por esa misma sangre derramada. Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos, y Jesús ha dado la vida por nosotros. Se ha entregado por nosotros, voluntariamente y por amor. Ha sufrido y le ha costado, pero ha vencido la tentación y somos suyos para siempre y por siempre. Como afirma la doxología eucarística: por Cristo, con Él y en Él, a ti Dios padre Omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Su resurrección ratifica que Jesús era el Mesías anunciado por los profetas desde antiguo. Jesús era el que estábamos esperando, el que salva a la humanidad de la muerte y del pecado. Es Dios mismo el que ha estado entre nosotros. No debemos esperar más revelaciones, ni más sacrificios, ni más mesianismos. Jesús, el hijo del carpintero, el que pasó por el mundo haciendo el bien, es el Hijo de Dios, y es Dios mismo. Por eso somos suyos, porque Él ha sido nuestro. Admirable intercambio, feliz culpa que mereció tal redención, reza la liturgia en su pregón pascual.

Así que no me queda sino desearles FELICES PASCUAS 2024, y regalarles esta preciosa secuencia de la Eucaristía de hoy, que también hemos rezado en Laudes. Bss

SECUENCIA

Ofrezcan los cristianos

ofrendas de alabanza

a gloria de la Víctima

propicia de la Pascua.

Cordero sin pecado

que a las ovejas salva,

a Dios y a los culpables

unió con nueva alianza.

Lucharon vida y nuerte

en singular batalla,

y, muerto el que es la Vida,

triunfante se levanta.

“¿Qué has visto de camino,

María, en la mañana?”

“A mi Señor glorioso,

la tumba abandonada,

los ángeles testigos,

sudarios y mortaja.

¡Resucitó de veras

mi amor y mi esperanza!

Venid a Galilea

allí el Señor aguarda;

allí veréis los suyos

la gloria de la Pascua”.

Primicia de los muertos,

sabemos por tu gracia

que estás resucitado;

la muerte en ti no manda.

Rey vencedor, apiádate

de la miseria humana

y da a tus fieles parte

en tu victoria santa.

Amén. Aleluya.